17 agosto 2011

UN POR QUÉ VIVIR

Hijo mío, existe un tesoro en cada corazón, los seres humanos recibimos de Dios ese don único que nos da sentido a la existencia. El sueño que todos poseemos es la fuerza que nos impulsa a despertar todas nuestras potencialidades, es la flama que nos ilumina el camino. Cuando nos atrevemos a vivir nuestra vocación, nos encontramos a nosotros mismos, la creación conspira a nuestro favor, la labor diaria nos convierte en obreros construyendo nuestro propio castillo. La vocación es aquello que nos seduce, inspira y enamora para realizar lo que deseamos ser, no existen día ni noche, trabajo ni descanso, cada día sin importar su condición se convierte en un día ideal para construir. Recuerda que toda vocación es un llamado y seguramente te preguntarás quién llama, todo ser humano fue creado para colaborar con la grandeza de la creación, y esto lo logras cuando pones tus talentos al servicio de los demás. Cuando tu fin último es realizar el bien, justificas tu existencia, la trascendencia es una consecuencia natural de tu plenitud y logra sus frutos cuando buscas sinceramente amar a tus semejantes. Ten presente que todos los niños del mundo han recibido la estrella divina de la vocación al momento de nacer. Desafortunadamente la miseria, el abandono y la ignorancia hacen que muchos pequeños nunca descubran su llamado. Cuando un niño vive en la marginación o muere, nunca sabremos lo que pudo llegar a ser y con ello la humanidad pierde para siempre una luz de esperanza. Además, muchos de ellos son extraviados por seres nefastos que los arrastran al mundo de la droga, el rencor y el odio, y son llevados a un mundo degradante de violencia y corrupción. Pon tus dones al servicio del amor, lucha con pasión por tus convicciones, entrega el corazón por tus sueños, sé un paladín de tus propios valores y recuerda siempre que solamente cuando estamos dispuestos a morir por realizar nuestros ideales alcanzaremos la felicidad. Como padre puedo asegurarte: Tus triunfos son los míos. Tus derrotas me lastiman profundamente. Tu alegría me hace sonreír el corazón. Tus lágrimas laceran mi alma. Tus sueños me hacen soñar. Tu fuerza me da vitalidad. Tus ideales me hacen creer. Tu lucha me hace luchar. Tu amor me hace amar. Es a través tuyo que mi existencia perdurará y cuando ya no esté en este mundo, te aseguro que donde me encuentre te seguiré dando por siempre mi bendición. Sé feliz hijo mío y produce mucha, mucha felicidad.

MIGUEL ÁNGEL CORNEJO Y ROSADO

08 agosto 2011

como lágrimas en la lluvia: adios

como lágrimas en la lluvia: adios: "empezó todo como un cuento de hadas mi amor crecía con tantas ganas pero me daba cuenta de que algo pasaba que tu vida y la mía se separa..."